¿Buscas una playa en Alicante que se salga de las típicas postales del Postiguet o San Juan? Hay un rincón al sur de la ciudad, pegado al barrio que le da nombre, que durante años fue casi un secreto. Hablamos de la Playa de San Gabriel, también conocida por los locales como la Playa de Babel. No es una playa cualquiera; es un arenal con una historia de lucha vecinal detrás, que hoy se ha convertido en una opción perfecta para quienes buscan tranquilidad, un ambiente muy familiar y un trocito de mar sin las aglomeraciones del centro.
Aquí te cuento cómo es de verdad, qué te vas a encontrar y por qué es una de esas playas «muy nuestras».
Lo primero que sientes al llegar a San Gabriel es que el ritmo es otro. Aquí no hay hordas de turistas ni el bullicio constante de otras playas más céntricas. El ambiente es puramente de barrio, familiar y relajado. Es el tipo de playa a la que la gente baja con la silla y la sombrilla para pasar el día tranquilamente.
La arena es fina y dorada, de esa que invita a clavar la sombrilla y no moverse en horas. Para los niños es perfecta, porque pueden jugar sin problemas. El agua suele estar muy tranquila, casi como una piscina, lo que la hace ideal para un baño relajado sin preocuparse por el oleaje.
Ahora, seamos sinceros. El paisaje no es el de una cala virgen. Al estar junto al puerto, las vistas incluyen barcos y grúas a lo lejos, y las vías del tren pasan justo detrás. Pero, para mí, eso es parte de su encanto particular. Además, tiene algo que otras no tienen: palmeras repartidas por la arena que te regalan una sombra natural que se agradece muchísimo en los días de más calor.
Durante años, esta playa fue la gran olvidada, pero gracias al empeño de los vecinos, la cosa ha cambiado. A día de hoy, te encontrarás con servicios básicos que garantizan un día de playa cómodo y seguro.
Desde hace poco, cuenta con un servicio de salvamento y socorrismo, una tranquilidad enorme, sobre todo si vas con niños. También verás que hay papeleras y el servicio de limpieza municipal pasa a diario, aunque la percepción sobre la limpieza del agua a veces genera debate por su ubicación. Para llegar, tendrás que cruzar una pasarela metálica que pasa por encima de las vías del tren, lo que le da un toque diferente. Eso sí, ten en cuenta que el acceso no está adaptado para personas con movilidad reducida. En cuanto al coche, hay un aparcamiento cercano, pero no es muy grande, así que en pleno verano puede que te cueste un poco encontrar sitio.
Esta playa es, sobre todo, para desconectar. Es el lugar perfecto para llevarse un buen libro, tumbarse en la toalla y olvidarse del mundo. Los chapuzones son una gozada por la calma del mar, y su longitud, de unos 400 metros, es perfecta para dar un paseo por la orilla con los pies en el agua.
Además, su ubicación junto al barrio de San Gabriel te permite combinar el día de playa con el ambiente local. Después de un buen baño, ¿qué mejor que explorar el parque cercano o tomarse un aperitivo en alguno de los bares del barrio? Es una forma genial de vivir Alicante como lo hace la gente de aquí. Para mí, es un punto de partida ideal para sentir el pulso de la zona sur de la ciudad.
¿La mejor hora para ir? Si buscas la máxima tranquilidad, acércate por la mañana o entre semana. Los fines de semana de verano se anima con la gente del barrio, pero sin llegar a las multitudes de otras zonas.
¿Qué no puede faltar en la mochila? Además de la toalla y la crema solar, unos escarpines pueden venirte bien si eres de los que prefiere evitar cualquier zona con rocas, aunque la mayor parte es arena.
Ojo con el acceso: Recuerda que la pasarela es el único punto de entrada, así que si llevas muchas cosas, tenlo en cuenta.
No, actualmente no es una playa canina. Para eso, tienes la cercana Playa de Agua Amarga.
Sí, totalmente. El agua tranquila y la presencia de socorristas la hacen muy segura para los más pequeños.
Es el nombre popular que le dan en la zona, asociado al antiguo nombre del paraje.
No hay chiringuitos en la misma arena, pero tienes toda la oferta de bares y restaurantes del barrio de San Gabriel a solo unos minutos andando.
Si vas, ya verás por qué, a pesar de todo, esta playa tiene un encanto que engancha.
