¿Te imaginas una playa urbana que lo tiene todo? Arena dorada, aguas cristalinas perfectas para los niños y, sobre todo, una vista que te deja sin aliento a cada segundo: la imponente cara norte del Peñón de Ifach. Así es la playa de la Fossa en Calpe, un lugar que es mucho más que una simple playa.
Después de recorrer la Costa Blanca de arriba a abajo, te aseguro que pocos sitios combinan tan bien la comodidad con un paisaje que te roba el corazón. En esta guía te voy a contar por qué es el alma del verano en Calpe y cómo sacarle todo el jugo, desde el primer chapuzón de la mañana hasta esa cena especial en su animado paseo marítimo.
Prepárate, porque vas a descubrir tu nuevo rincón favorito del Mediterráneo.
La fama de la Fossa no es para nada casual. Para mí, tiene ese equilibrio mágico entre la comodidad de tenerlo todo a mano y un entorno natural que te hace sentir en un lugar único. Es, sin duda, el destino preferido de familias y viajeros que, como yo, buscan algo más que tumbarse al sol.
Lo primero que te golpea al llegar a la Fossa es él: el Peñón de Ifach. Su cara norte, majestuosa y salvaje, se levanta sobre el mar y parece vigilar la playa. Bañarse aquí es una auténtica pasada, es como nadar dentro de una postal. Te das cuenta de que no es una playa cualquiera. Además, a lo largo del día la luz cambia y el Peñón se transforma, regalándote un espectáculo de colores que va desde los tonos ocres del amanecer hasta los rojizos del atardecer.
La playa tiene casi un kilómetro de arena fina y dorada, de esa que da gusto pisar. Es perfecta para dar largos paseos por la orilla o para que los críos hagan el castillo de su vida. Las aguas son súper tranquilas y limpias, porque el propio Peñón las protege del oleaje. ¿El resultado? Una piscina natural gigante y segura donde los más pequeños pueden jugar sin peligro mientras tú te relajas de verdad.
Cada año, la playa de la Fossa ondea con orgullo la Bandera Azul. Y esto no es solo un adorno. Para ti, significa que te vas a bañar en aguas de una calidad excelente, que la playa está impecable y que hay un equipo de socorrismo vigilando. Es esa tranquilidad de saber que estás en un sitio cuidado al detalle.
La Fossa es una playa para vivirla de la mañana a la noche. Su ambiente y todo lo que tiene alrededor te ofrecen planes para cada momento.
Aquí lo de «preocuparse» no existe. Desde primera hora tienes servicio de alquiler de sombrillas y hamacas para que te instales como un rey. Hay pasarelas de madera para no quemarte los pies, redes de vóley para los más deportistas y zonas de juego para que los niños se desfoguen. Y mientras, el equipo de socorrismo siempre atento, que da una tranquilidad enorme. Es una playa comodísima.
Justo pegado a la arena está el paseo marítimo Infanta Elena, que es un hervidero de vida. A mediodía, huele a paella y a pescado fresco. Sentarte en una de sus terrazas con vistas al mar es un planazo. Por la tarde, las heladerías son una tentación imposible de evitar. Y por la noche, el paseo se ilumina y se llena de gente, con pubs y tiendecitas que le dan un ambiente genial.
Un consejo de amigo: quédate en la playa hasta el atardecer. Es uno de los mejores regalos que te puedes hacer. Ver cómo el sol se esconde y tiñe de naranja y rosa la roca del Peñón es un momento mágico. El ambiente se calma, se vuelve más familiar, y es perfecto para un último paseo por la orilla antes de ir a cenar.
Lo bueno de la Fossa es su ubicación. A un tiro de piedra tienes dos de las joyas naturales de Calpe, ideales para rematar un día de playa perfecto.
Justo donde acaba la playa empieza el Parque Natural del Peñón de Ifach. Si te sientes con energía, puedes combinar la playa con una visita a su centro de interpretación o, por qué no, atreverte a subir. Ojo, hay que reservar para la subida, pero te aseguro que las vistas desde arriba son de las que no se olvidan.
A espaldas de la playa, a un paseo de cinco minutos, están las antiguas salinas. Es increíble ver este humedal lleno de aves, ¡con sus famosos flamencos!, justo al lado del bullicio de la playa. Es un contraste precioso y un plan muy tranquilo para hacer en familia.
Llegar es fácil, lo complicado en verano es aparcar. Mi consejo es que vayas a primera hora o uses alguno de los parkings de pago de la zona para no volverte loco. Si te alojas cerca, ni te lo pienses: un paseo y estás en la arena.
En julio y agosto la playa está a tope, con un ambiente increíble. Si, como yo, prefieres algo más de tranquilidad, junio y septiembre son meses perfectos: hace un tiempo espectacular y hay menos gente. En invierno, es un lugar ideal para pasear y desconectar.
Sí, es de las más populares de Calpe, no nos vamos a engañar. En pleno verano, a mediodía, está bastante llena. Si quieres tu trocito de paraíso, lo mejor es madrugar un poco o aprovechar las últimas horas de la tarde.
¡Totalmente! Por sus aguas tranquilas, la arena, los parques y la seguridad que transmite, es de las mejores playas familiares de la Costa Blanca.
Sí, a lo largo de todo el paseo marítimo encontrarás puntos con lavapiés, duchas y también aseos públicos. Están bien mantenidos, así que sin problema.
Claro. En verano siempre hay alguna plataforma donde puedes alquilar un patín, un kayak o una tabla de paddle surf. Le da un punto de diversión extra al día.
Sí, la playa de la Fossa está muy bien adaptada. Tiene puntos de acceso con pasarelas especiales y, en verano, incluso un servicio de ayuda al baño.
La playa de la Fossa no es solo una de las mejores playas de Calpe; para mí, es una experiencia completa. Te regala la postal perfecta del Mediterráneo, la seguridad que buscas para los tuyos y un ambiente lleno de vida que te atrapa. Si quieres un destino donde cada día de playa sea inolvidable, ya sabes dónde tienes que ir. Si vas, ya verás por qué todo el mundo repite…